lunes, octubre 12, 2009

Salud y tradición indígena mexicana

La luna

La luna tiene una importancia entre los indígenas. Su periodo refleja la muerte y resurrección. El discurso médico popular le asigna el papel de agente pernicioso y de astro curativo, según el diccionario de medicina tradicional de la UNAM.

Se relaciona con la fertilidad, pues estimula la maduración de los tejidos reproductivos. Los huastecos, totonacos, otomíes, nahuas y populucas sostienen que afecta la fisiología humana y rige el ciclo menstrual de las mujeres.

Según la obstetricia maya, la fecundación efectuada durante la luna llena será un niño, pero si se da en el novilunio, será niña; en Morelos, los infantes engendrados en la oposición lunar son "de naturaleza fuerte", vivaces, activos y sanos; si lo fueron en la conjunción, son débiles y enfermizos.

Para los purépechas, la dificultad o facilidad del parto está en función de los periodos lunares. Si nace durante la luna llena será fuerte, pero no longevo; en cambio, el nacido en los días sin luna, será enfermizo, pero vivirá muchos años.

Médicos mayas, mixes y zoques señalan que el plenilunio vivifica al paciente y refuerza los remedios que toma, pero al transcurrir el interlunio, los enfermos se agravan, los moribundos sucumben y las plantas medicinales pierden su eficacia.

Mazatecos y tzotziles afirman que las heridas sanan más rápido en la luna llena, pues la sangre se hace espesa y la cicatrización es más efectiva.

La luna se ofende si es señalada o mirada fijamente y castiga enfermando a los irrespetuosos. Los tzotziles creen que las cataratas son resultado de tal acción punitiva y que produce purulencias dolorosas en las puntas de los dedos, vómitos, mareos y esterilidad femenina.

El eclipse aumenta su esencia negativa al desprender efluvios nefastos que afectan a las mujeres grávidas, quienes pueden parir hijos deformes, pues los rayos lunares intervienen en el desarrollo embrionario y la criatura queda "comida por la luna", nace con labio hendido, manchas rojizas en la piel o piernas torcidas.

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